sábado, 23 de febrero de 2013

Acoso en la escuela

Durante varios meses José (13) soportó casi a diario y en silencio la intimidación, el acoso y la burla de un grupo de compañeros de escuela. Hasta que pidió a sus padres que lo cambien de colegio. A insistencia de ellos tuvo que contarles el suplicio por el que había pasado casi todo el año escolar, solo por el hecho de ser un poco más gordito, usar lentes y tener buenas calificaciones.

“Le decían gordo nerd, cuatro ojos, Sancho Panza y otros apelativos que causaban la risa de algunos de sus compañeros y él se quedaba callado, además en algunas ocasiones lo empujaban y hasta lo agredían. Estaba tan asustado que lo único que pedía era cambiarse de escuela”, cuenta María, su madre.

Lo más grave es que el bullying o acoso escolar cada vez está comenzando a menos edad. Ese es el caso de Mario (7), que este año fue cambiado de colegio por sus padres, porque en su anterior escuela había niños que lo hacían sentir mal, cuenta su abuela. “Es que mi nieto es muy tímido y de poco hablar, por eso abusaban de él”.

¿Optar por el cambio?
La sicóloga Liliana Zabala recomienda que cuando el maltrato ha durado tanto tiempo o ha sido tan intenso y, pese a la actuación de padres, profesores y directivos del centro, el niño sigue deprimido y se niega a ir al colegio, lo ideal es cambiarlo a otro centro educativo.

“Hay que comprender que durante largo tiempo ese ha sido su rol dentro de la comunidad escolar: el niño diferente, débil, blanco de las bromas y del rechazo social por parte no solo de los agresores sino también de los testigos, y resulta imposible conseguir que esto cambie de un día para otro”, explica la sicoterapeuta.

Por eso Zabala plantea que si la integridad del niño está en riesgo, lo mejor es alejarlo de ese ambiente y cambiarlo de colegio para que pueda empezar de cero.

Sin embargo, aclara que esto no resulta efectivo en todos los casos, dado que es posible que haya una serie de características personales del niño que inciten a la agresión y puede ser que se repita de nuevo la situación en el otro establecimiento. Además, se le puede estar transmitiendo al menor que lo mejor es no enfrentar sus problemas, sino huir de ellos.

De otro lado, si el agredido deja el colegio, los otros alumnos pueden ver de que el uso de la violencia no tiene consecuencias negativas para los agresores y se los verá como ganadores.

¿Qué se debe hacer?
La sicopedagoga Silvia Morales dice que ante un caso de acoso escolar, la familia es el apoyo esencial para el niño. Los padres deben escucharlo, evitar que se sienta culpable, asegurarle que van a solucionar el problema, no crearle dependencia, fortalecer sus habilidades socioemocionales, hablar con los profesores y directores para buscar soluciones.

Los directivos y profesores deben asumir decisiones rápidas, precisas y contundentes para frenar el bullying, haciendo notar a los implicados que en el colegio no hay impunidad, hay que sancionar, dar seguridad y apoyo a la víctima y a su familia, hacer el seguimiento para que no vuelva a suceder, dar asistencia al acosador para revertir su conducta e implementar programas para fortalecer las habilidades sociales y emocionales de los estudiantes, aunque esto debe comenzar en el seno familiar y continuar en la escuela.

Subir la autoestima
Por su parte, la sicoanalista Claudia Tórrez coincide con Liliana Zabala de que lo más recomendable es luchar para conseguir que el niño o adolescente restablezca su imagen ante los demás en el mismo centro educativo donde comenzó el problema.

Para lograrlo, hay que demostrarle a los chicos que tienen habilidades y conductas que le permitan relacionarse con sus compañeros de igual a igual. La colaboración de un sicólogo que trate la autoestima y les haga ver sus destrezas y les oriente sobre la resolución de conflictos, puede ser de gran ayuda.

Es importante que los padres hablen con sus hijos y les digan que si son víctima de agresiones o maltrato escolar no se callen, sino que hablen, ya sea con sus maestros, el regente o con el director del colegio, que son los que están más próximos, y luego con sus progenitores, para que busquen ayuda.

El rol de los maestros
Los profesores, remarca la sicóloga, deben estar atentos a los alumnos ‘diferentes’ (por su forma de ser o su aspecto), la relación de sus alumnos en los pasillos, los grafitis en las puertas de los baños, las burlas y abucheos repetidos contra algunos estudiantes y los cambios repentinos de ánimo.

Además, los maestros no deben pasar por alto las evidencias físicas de violencia de difícil explicación como ropa rasgada, moretones, mordeduras o cortaduras. Tienen que prestarle atención a las quejas de sus alumnos, ya sea porque son blanco de insultos o porque constantemente se les pierde su material o sus pertenencias.

¿Cambiar al acosador?
La situación es diferente cuando se trata del agresor. Si a pesar de la intervención de sus progenitores, de los maestros y directivos, el niño continúan agrediendo a sus compañeros, es recomendable el cambio de establecimiento educativo para apartarlo del ambiente que conoce y donde se siente apoyado, coinciden las especialistas.

Además, con el cambio de escuela, el acosador aprenderá que su conducta no está bien vista por la sociedad y que la misma tiene consecuencias negativas para él. Asimismo, repercutirá positivamente en la comunidad escolar, porque se transmitirá el mensaje de que el bullying no será tolerado y que se tomarán medidas firmes contra los agresores.

¿Qué es el bullying?
El bullying, intimidación o maltrato escolar es un fenómeno que hoy en día es común en los colegios. Hace referencia a comportamientos agresivos o al acto intencional de hacer daño, los cuales son llevados a cabo de forma constante y en el que existe una relación interpersonal caracterizada por una asimetría de poder, explica la sicóloga Mónica Rivero.

Agrega que para que un acto de agresión sea una expresión de bullying es necesario que la agresión se sostenga en el tiempo y entre los involucrados (víctima-agresor) haya una diferencia de poder. “Un acto eventual y único, por muy agresivo que sea, no es bullying, tampoco lo es una pelea entre grupos de compañeros de igual fuerza”, manifiesta.

El hostigamiento en el tiempo puede ser verbal (insultos, amenazas o apodos), físico (empujones, golpes, robos, etc.), relacional o indirecto (rumoreso exclusión social) y digital (agresiones vía web, redes sociales o celulares).

Los factores
En criterio de la sicopedagoga Silvia Morales, hay múltiples factores para el acoso escolar. Uno de ellos es el personal o indivual. En el caso de las víctimas, se nota una personalidad retraída y baja autoestima, mientras que los agresores tienen un temperamento y alteración en la conducta.

Otra causa es la familiar, notándose inestabilidad en la estructura, falta de vínculo afectivo o abandono, imposición y autoritarismo, contradicciones en las normas, presencia de actos violentos y permisividad o pasividad.

El último factor, resalta la sicopedagoga, es el escolar, donde falta información y de normas contretas, ausencia de coordinación y colaboración de los maestros en la prevención del bullying, falta de supervisión de los profesores en las aulas, patios y pasillos para detectar y evitar conductas agresivas.

Las consecuencias
Las consecuencias en los niños o adolescentes que son víctimas del acoso escolar pueden ser tanto físicas como sicológicas.

El alumno puede presentar moretones, rasguños, pérdidas de objetos personales, indica Rivero. Además puede desarrollar trastornos de ansiedad y depresión, llegando incluso al suicidio, como sucedió en Chile el año 2013, cuando la adolescente Pamela Pizarro se quitó la vida luego de ser víctima de bullying.

“Es un problema que preocupa a la sociedad, porque las investigaciones realizadas, advierten que cada vez el acoso escolar es más común”, resalta la terapeuta.

Síntomas en las víctimas
Los padres deben tomar en cuenta algunas señales que indican que los niños pueden estar siendo víctimas del acoso de compañeros agresores. Estos chicos, dice Mónica Rivero, suelen ser tímidos, poco sociables y tienen baja autoestima. Generalmente, añade, estos chicos son hijos de padres sobreprotectores que, pensando hacerlo bien, están formando una persona totalmente dependiente, insegura y frágil emocionalmente o, por el contrario, sus padres no se importan de ellos.

Los padres deben ser conscientes de que sus hijos no estarán con ellos toda la vida, razón por la que deben prepararlos de la mejor forma para enfrentarse a este tipo de situaciones y no salir lastimados.

A su vez, Claudia Tórrez menciona, además, que estos niños pierden de forma frecuente sus pertenencias, son menos fuertes físicamente, no tienen ganas de ir a la escuela, les da miedo el contacto con sus compañeros, tienen mal rendimiento escolar, se excluyen en el aula, paran tristes, cambian de humor, sufren pesadillas o trastornos del sueño y también pueden presentar cuadros depresivos y de ansiedad.

En los agresores
Los agresores, que pueden ser activos y pasivos, remarca Claudia Tórrez, son niños que tienen una situación social negativa, carencia afectiva, tendencia a la violencia y al abuso de la fuerza, dificultad para acatar las normas, son impulsivos y carecen de capacidad de autocrítica. Incluso, dice la sicóloga, son chicos rechazados por la mayoría de sus compañeros, aunque están menos aislados que las víctimas del acoso o la intimidación y cuentan con algunos amigos que los apoyan en su proceder.

Prevención
Prevenir es siempre mejor que combatir, asegura Silvia Morales. Por ello es urgente y necesario evitar que los actos de acoso se consoliden porque el daño socioemocional es muy complejo.

Indica que se deben diseñar programas informativos de prevención, donde intervengan la sociedad, la familia, la escuela, los medios de comunicacióny la Defensoría de la Niñez para erradicar el maltrato escolar. Como una forma de prevención, Mónica sugiere a los directivos de los colegios establecer políticas y normas claras para todos los alumnos, sin importar apellidos ni estratos sociales, pero que estas efectivamente sean puestas en marcha y no solo queden por escrito, sino que sean acatadas.

Asimismo, es importante capacitar a los profesores, porque no es lo mismo leer el significado del bullying que tener una información amplia. “Los colegios deben realizar talleres y seminarios donde haya un espacio abierto con preguntas para aclarar todas las dudas”, afirma.

La prevención, prosigue, debe comenzar desde niños y en la casa. Los padres no deben pretender que aprendan en el colegio lo que no les han enseñado en casa. “Dialogar sin juzgar, subirles su autoestima y escucharlos atentamente sin imponer nuestros criterios, es la mejor forma de prevención”, concluye Rivero.


Termómetro de madurez

Si es la víctima
Si sospechan que su hijo es acosado los padres tienen que:
Investigar lo que sucede. Escuchar al niño y dejar que hable de su dolor.
Ponerse en contacto con el profesor, el director y el jefe de estudios para alertarlos sobre lo que ocurre, y pedir su cooperación en la investigación y en la resolución de los hechos.
No estimular al niño a tomar venganza. Empeoraría más la situación.
Discuta alternativas para responder a los acosadores.
Si el acoso continúa, ponerse en contacto con un abogado.
Buscar un sicólogo para ayudarle a que supere el trauma, pero lo mejor es el apoyo de la familia.
Mantener la calma y no demostrar toda la preocupación.

Si es el acosador
Los padres de los agresores deben:
Investigar por qué es un acosador.
Hablar con los profesores, pedir ayuda y escuchar las críticas.
Acercarse más a los amigos del niño y observar sus actividades.
Establecer un canal de diálogo y confianza con tu hijo.
No culpar a los demás por la mala conducta de tu hijo.
Canalizar la conducta agresiva del niño hacia algún deporte.
Hacer notar que el acoso no está bien visto por la familia.
Enseñarle buenas conductas.
No ignorar la situación.
Demostrarle amor, pero que no aprueban su comportamiento.
Animarlo a reconocer su error y a pedir perdón a la víctima.



Algunas pautas de prevención

La prevención es la mejor manera de evitar este tipo de fenómenos, asegura la sicóloga Mónica Rivero. Ella brinda algunas recomendaciones a los padres:

- Escúchenlos. Es necesario tomarles atención a sus hijos.
- Establezcan normas y límites los cuales tienen que ser cumplidos sí o sí por los niños.
- Acostúmbrenlos desde pequeños a tener la confianza de dialogar sobre sus compañeros, actividades realizadas en el recreo, etc.
- Ayuden a sus hijos a tomar decisiones, déjenlos ser independientes poco a poco, eligiendo su ropa, ayudando en las labores de la casa, etc.
- Vean películas juntos, así ellos van a ir reafirmando su confianza con ustedes.
- Díganle que nadie tiene derecho de hacerlo sentir mal, que si alguna vez la profesora u algún compañero lo hace sentir diferente que están abiertos a escucharlos.
- No se hagan sentir indispensables, haciéndoles todo lo que ya pueden hacer, déjenlo sentirse libres y responsables.
- Díganles que son lindos y hermosos, únicos.
- Realcen la actividad que mejor sabe hacer.
- No les llamen la atención delante de sus amigos.



Hay víctimas de insultos, robos o golpes

51 Víctimas de bullying
En la revista de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), el 51,1% de los estudiantes de sexto grado de 16 países dicen haber sido víctimas de insultos, amenazas, golpes o robos.

39 La agresión más frecuente
De acuerdo con la revista de la Cepal, la agresión más frecuente de la que son víctimas, es el robo (39,4%), seguida de la violencia verbal (26,6%) y la violencia física (16,5%). Los varones son más afectados que las niñas.

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