lunes, 14 de julio de 2014

Proyectos productivos y lengua nativa avanzan con tropiezos

Las labores educativas se reinician hoy en Santa Cruz y en otras regiones que deben encarar el segundo periodo de la gestión escolar. Mientras los estudiantes consideran los próximos dos bimestres clave para vencer sus materias, los maestros tienen el desafío de aplicar o culminar sus proyectos socio-comunitarios productivos, cuya implementación ha tenido tropiezos, principalmente por falta de recursos. La enseñanza de la lengua nativa y la nueva forma de evaluación son otros dos ‘puntos flacos’ del nuevo modelo educativo que no termina por consolidarse.

La Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, que desde esta gestión se aplica de primero de primaria a sexto de secundaria, establece que a lo largo del año cada unidad educativa debe implementar un proyecto productivo, con participación de la comunidad. Según la ley, se trata de una forma de vincular la teoría con práctica y de abrir la escuela a la comunidad.

Si bien hasta a la fecha algunos centros educativos han logrado implementar sus trabajos comunitarios, el ejecutivo del nivel secundario de la Federación de Maestros Urbanos, Juan Carlos Camacho, admite que otros están avanzando a medias y algunos solo lo tienen en papeles. “Hay muy buenas ideas, pero no hay apoyo económico”, dice Camacho, al destacar que “muchos maestros están sacando de su propio bolsillo con tal de aplicar sus ideas y cumplir con lo que establece la ley” y, en otros casos, el financiamiento sale de los padres de familia. Camacho observa que el Gobierno no ha desembolsado recursos para dichos proyectos, pese a las medidas de presión que ejecutó la dirigencia del magisterio.

María Giovanna Gutiérrez, maestra de quinto grado del colegio Nueva Palestina, asegura que gracias al aporte de los padres de familia han comenzado a cultivar huertas escolares; mientras que la profesora Marcela Mendoza, del colegio Manuel Arias Vaca de El Espino, cuenta que han tenido que recurrir al PDA (financiamiento de una ONG) para aplicar el proyecto Teatro escolar. “Ellos nos están apoyando con los materiales”, confiesa la profesora.

A su vez, la maestra Angélica Quispe del colegio Mateo Kuljis manifiesta que el trabajo comunitario Alimentación saludable y nutrición está dando buenos resultados, puesto que está cambiando los hábitos alimenticios de los escolares. “Es un trabajo que ha incluido un cambio en lo que ofrecía el quiosco escolar, de una comida chatarra a una saludable”, cuenta la educadora.

No obstante, otros profesores manifiestan que en sus colegios se han tenido que limitar a arreglar jardines o, simplemente, no han ejecutado sus proyectos por falta de recursos.

Al respecto, el titular de la Dirección Departamental de Educación (DDE), Salomón Morales, apela a la creatividad de los profesores y pide tocar las puertas de los gobiernos municipales que, según él, son los responsables de financiar dichas iniciativas.

Lengua nativa

Otro problema que los maestros identifican en la aplicación de la ley es la improvisación en la enseñanza de la lengua nativa. El nuevo currículo contempla la enseñanza de un idioma nativo a la par de uno extranjero.

Sin embargo, impartir el idioma nativo no es nada fácil, ya que la mayoría de los maestros ha tenido que aprender una lengua para replicar lo básico a sus alumnos, así lo reconocen los docentes Juan Gutiérrez y Sonia Durán. Además, hasta la fecha aún no hay un texto oficial, por lo que algunos profesores han optado por tomar en cuenta los parámetros establecidos para aprender un idioma extranjero. Otros crearon su propio programa.

Esto ha hecho que algunos estudiantes tengan dificultades en su aprendizaje. Sin embargo, los maestros consultados aclaran que los alumnos que no asimilen el idioma no corren el riesgo de perder el año, ya que la lengua originaria es parte de la materia de comunicación y lenguaje. Para el director departamental, la lengua nativa ha permitido revalorizar la identidad de los pueblos.

Dudas a la hora de evaluar

La nueva forma de evaluación también genera dudas, pues toma en cuenta cuatro dimensiones: ser (20), saber (30), hacer (30) y decidir (20) con sus respectivos valores, haciendo un total de 100 puntos. Los maestros aseguran que se corre el riesgo de caer en la subjetividad, principalmente al calificar el decidir, que evalúa cómo el estudiante aplica en su vida diaria lo que aprende en la escuela.

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