martes, 6 de junio de 2017

El reto de los profesores es ir al ritmo de los alumnos


Hoy es el día de esas personas que dedican su vida a su vocación: enseñar. Las muestras de cariño, respeto y gratitud hacia ellos, salen a relucir más que nunca en este día. Siempre es así, año tras año. Sin embargo, hay algo que ha cambiado y lo seguirá haciendo: el desafío de los docentes en el aula en una época en que poco queda de la figura del transmisor de saberes y dueño de la verdad irrefutable.
Ya desde el siglo pasado, la tecnología avisaba que la información y conocimientos estarían al alcance de la mayoría, cada vez más; hoy, ha llegado a tal punto de estar en la mano de los estudiantes y ellos están más familiarizados con la tecnología que los propios docentes.

En ese contexto, EL DEBER consultó con expertos en educación, ¿cuál es el desafío actual del docente?, ¿qué es lo que le exige una realidad tan diferente de la forma de educación que recibieron cuando eran alumnos y qué aprendieron cuando se preparaban para docentes?

“El reto de los docentes es ir al ritmo de los estudiantes”, afirma Carlos Guevara, coordinador de postgrado de la universidad NUR, quien considera que estos deben adaptarse, actualizarse y orientar a los educandos para aprovechar la tecnología con fines de formación.

Generación ‘Z’
De pronto los ‘Millennials’, se adueñaron del mundo. Las personas nacidas entre 1975 y 1995, vivieron la época de transición y la ‘explosión’ de la tecnología. Y aunque muchos profesores pueden entrar en esa generación, sus estudiantes pertenecen a otra categoría: la Generación ‘Z’.

Estos son nacidos entre 1995 y 2015, tienen menos de 20 años y son quienes están en las aulas.
Son ‘nativos tecnológicos’, se apropian de ella con toda naturalidad, algunos incluso antes de tener uso de razón. Saben todo sobre internet, son ‘multipantallas’, aprenden más por imágenes y son autodidactas.

Ante esta situación, María Angélica Suárez, directora de Investigación de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), considera que el de- safío del siglo XXI no solo es el manejo de las Tecnologías de Información y Comunicación (TI C), sino de la enseñanza virtual. Guevara coincide en esto y cree que cada vez habrá menos contacto entre docente y alumno.

“Tenemos un 60% de nuestros docentes a los que capacitamos en el uso de tecnologías, cursos de actualización y herramientas de internet, pero también tenemos un 40% en edad de jubilación a quienes se les hace muy complejo”, afirma.
Asimismo señala que estos porcentajes reflejan la apertura al uso del celular en el aula o fuera de ella como herramienta para el aprendizaje.

“Los estudiantes tienen bastante manejo de lo virtual, pero el problema es que no disciernen entre información productiva que puede ayudar a la formación profesional, y más la utilizan para el ocio”, indica.

Esto también depende de las herramientas que tenga el docente. Por ejemplo, en la NUR estos, además de capacitación cuentan con aulas con pantallas touch y el resto con pizarras inteligentes; mientras que en la Uagrm también la mayoría de las facultades cuenta con estas tecnologías.

En los colegios

“El celular debe ser utilizado, la tecnología hay que aprovecharla, pero en los espacios adecuados, no en el aula; puede servir en las tareas de investigaciones”, señaló el director departamental de educación, Salomón Morales.

Por otra parte, al consultar a cuatro docentes graduados del Profocom, coincidieron en que no se usan las computadoras pero sí el celular en el aula para que sus alumnos realicen consultas, investiguen y participen a través de su uso.

“Los profesores puede que no utilicen computadora adecuadamente, pero la tecnología se está haciendo un poco más amigable y muchos ya utilizan el WhatsApp, entonces ya hay cierto camino empezado, hay que aprovechar este comienzo para fortalecerlo y ayudar a los profesores a caminar juntos para lograr mejores resultados”, señala la educadora Micaela Princiotto.

Tanto ella, como el sicopedagogo Víctor Enríquez cuestionan que cuando se entregó computadoras a docentes y estudiantes, no hubo una adecuada orientación. “Los chicos las usaban para cualquier cosa menos para estudiar; muchos profesores no tenían idea de cómo aprovecharla y los directores prefirieron guardarlas porque los hicieron responsables si algo les pasaba”, aseveró Enríquez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario